Quisiera compartir con todos vosotros algo que me pasó no hace poco en una vista. Resulta que cuando llego al juzgado y el agente judicial nos llama para entrar a sala, el abogado contrario no comparece. Como quiera que era conocido mio busque su número de teléfono y le llamé. Cuando descolgó el teléfono y le dije que le estábamos esperando casi le da un infarto pues no tenía nada apuntado en la agenda para ese día y estaba tranquilamente en su despacho. Le dije que no se preocupara que hablaría con el juez para esperarlo y que se diera prisa en venir al juzgado.Al poco rato el compañero contrario apareció a toda prisa por el pasillo disculpándose conmigo y agradeciéndome el que lo hubiera esperado. El juez comprendió que eso nos podría pasar a cualquiera y se celebro la vista con total normalidad.
Los abogados tenemos que ser conscientes de que los clientes pasan y los compañeros permanecen, y que lo mismo que le pasó a ese compañero me podría haber pasado a mi o a cualquiera a lo largo de nuestra carrera profesional, y siempre necesitaremos alguien que nos espere. Al final y de lo que se trata, es que se que he ganado un compañero y no he perdido nada.
Si a ello le añadimos que el Código Deontológico en su artículo 12.1 establece que los abogados deberán mantener entre sí relaciones de recíproca lealtad, respeto y compañerismo, no tengo duda de que hice lo correcto, y lo volvería, volveré, a hacer.